¿Cómo se cierra un escape? Si alg ha demostrado el desastre del Deepwater Horizon es que controlar una marea negra no es cosa sencilla. La plataforma, tan sólo una de las muchas que operan en el Golfo de México, comenzó a perder una gran cantidad de combustible hundida bajo el Golfo, después de estar realizando extracciones a profundidad (se trabaja hasta unos 3.000 metros). Según British Petroleum y la Guardia Costera, 5.000 barriles al día. Según otras fuentes civiles, más de 25.000. La empresa se mostró incapaz de contener la fuga en sus primeros intentos.
Así no, así no, así tampoco… Lo primero que intentó la compañía petrolera fue tapar la fuga con una caja de acero gigantesca, de 98 toneladas. Pero el primer remedio, que llegó el 4 de mayo, no funcionó. Luego se valoró hacer lo mismo con una caja algo más pequeña y el uso de productos químicos disolventes a cuyo uso autorizó el Gobierno norteamericano, pero la mancha seguía extendiéndose. La idea del tapón de barro en la boca de la fuga resultó igualmente un fracaso. Y tampoco se arreglaría el asunto cubriendo el pozo con una cúpula. Lo último ha sido el empleo de técnicas combinadas más sofisticadas: tuberías flotantes, submarinos y brazos robotizados. Pero la falta de acierto de BP había provocado ya una oleada de reproches en todo el planeta y una enérgica protesta de Obama.
Así se reacciona en EEUU ante un desastre ambiental. El presidente Barack Obama acudió varias veces a la zona. Y lanzó un ultimátum a la petrolera. De los primeros en reclamar daños a la compañía fueron los pescadores de Luisiana, y tras ellos, un torrente de particulares. El consejero delegado de BP, Tony Howard, ha pedido disculpas desde entonces, afirmando que la empresa “asumirá todos los reclamos”, no sin comparecer ante una comisión del Congreso de Estados Unidos. En el mes de mayo anuncia el pago de 75 millones de dólares cómo indemnización… Aunque la catástrofe se valore en más de 1.600 millones de dólares. La organización ecologista WWF estima entre 400 y 600 las especies amenazadas por la marea negra, que también ha afectado los fondos submarinos.
Moratorias y tecnicismos. El cualquier caso, hablar de petróleo es aludir a un grupo de presión con gran capacidad de maniobra. Así, si el presidente Obama imponía una moratoria para impedir prospecciones en aguas profundas durante seis meses, la propia British Petroleoum ha tardado bien poco en sortearla, casi al tiempo que la compañía quemaba en el Golfo de México el equivalente a 25.000 barriles de crudo derramado en el agua. El 22 de junio la Corte Federal del estado de Nueva Orleans ha dado la razón a las petroleras, al considerar que el incidente del Golfo no demuestra de por sí “que exista peligro en todas las prospecciones que se realizan”. BP, además, recurría prácticamente en las mismas fechas a un tecnicismo para poder seguir adelante con su proyecto en el pozo Liberty, en Alaska, porque “técnicamente” no es un yacimiento marino. ¿Cómo? Fácil, la empresa ha convertido jurídicamente un trozo de mar en continente, al construir una isla artificial para realizar las perforaciones.
Nigeria no es EEUU. Sin embargo, el suceso de la Deepwater Horizon provocó que muchos medios revisaran el estado actual de las explotaciones petrolíferas en el mundo. Y resultó que todos los dedos señalaron a Nigeria. En el delta del Río Niger operan las compañías Shell, Chevron, Elf, Mobil, Texaco y Agip, para producir, por ejemplo, el 40 por ciento de todo el petróleo que Estados Unidos compra al resto del mundo. Cada año se superan allí las cifras del último vertido del Golfo de México, en una zona de riesgo por sus terminales, tuberías, estaciones de bombeo y plataformas. Port Harcourt, la capital petrolera de esta zona de África vive un fenómeno caníbal, que contamina campos de cultivos y agua potable, ante las protestas de la etnia local, la Ogoní.
Números que asustan. Las cifras no le salen a cuenta al planeta. Según el Instituto World Watch, cada año se vierten al mar tres millones de toneladas de crudo, usualmente debido a pérdidas en el proceso de extracción. ¿Cuánto le puede durar la resaca al Golfo mexicano? La organización Oceana estima que una marea negra tiene un impacto ecológico de un siglo. ¿Y qué remedios son los más efectivos cuando ésta se produce? Pues poco más o menos, ir probando, según se ve (Obama no pudo parar la mancha ni con 11.000 soldados desplazados al lugar). Realmente, siempre hay que hacer algo más que colocar barreras flotantes o seguir la mancha por el satélite.
Sólo otro incidente. Ni Nigeria ni la Deepwater Horizon son casos aislados. Repasando la historia de las grandes catástrofes petrolíferas que propone la revista Foreign Policy quedan para el recuerdo los mil millones de litros (aproximadamente) perdidos en la Guerra del Golfo Pérsico de 1991; la fuga de 500 millones de litros en el pozo Ixtoc en 1980 en el Golfo de México; el aún recordado choque de superpetroleros en Trinidad y Tobago (Atlantic Empressy y Aegean Captain) en 1979, que derramaron 340 millones de litros; otra colisión en la plataforma Nowtruz en el Golfo Pérsico, en 1983, con 300 millones de litros de petróleo en el agua; o la explosión del buque ABT Summer en 1991, que dejaron otros 300 millones de litros en las costas de Angola. Aunque también habría que acordarse del barco Exxon Valdez, que perdió en 1989 unos 300 millones de litros de crudo en Alaska. O del más familiar Prestige, en las costas de Galicia, en 2002, con la pérdida de 77.000 toneladas de petróleo y el desastre ecológico en las costas peninsulares.
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